cols="40" rows="2">

Prioridades


Estaba mirando mi agenda del año 2008, año en que comencé a estudiar en la universidad de San Andrés. En realidad empecé a mirar en busca de un evento en particular pero me llamó la atención otra cosa. En mis agendas escribo todo. Desde compromisos, cumpleaños, cosas que hice en el día hasta situaciones de salud como pueden ser un resfrío o un análisis en particular. Eso me ayuda a tener un registro de las cosas para cuando como hoy, necesito recordar algo pasado. Mirando la agenda en el mes de marzo figuraba un viaje a Londres que recuerdo fue para visitar a mi hermana que se encontraba de intercambio allá. Ese viaje lo hice en semana santa y falté unos días a la facultad. Me acuerdo que desde Madrid volví sola a Buenos Aires porque tenía un parcialito en la facultad. Todo el viaje, desde Londres (mi ciudad favorita), en Praga, Ámsterdam y Barcelona, estuve preocupada por ese parcialito. Recuerdo que hasta llamé desde el hotel de Londres a mi profesora particular de matemática de la desesperación. A pesar de lo lindo del viaje, no lo disfruté al 100% ya que viví preocupada por ese examen insignificante y hasta me dormía haciendo ejercicios de matemática. Mis papás me dejaron en el aeropuerto más grande del mundo, el de Madrid, y de ahí sola me tomé el avión a Buenos Aires. Llegué y me esperaba mi tía ale que me llevó a casa sólo para poder bañarme e irme directo en tren a la facultad. El parcialito lo pasé pero con una nota no muy buena. Terminé ese semestre re cursando matemática, algo que me dolió en ese momento tanto como haber perdido a un ser querido. ¿Por qué cuento todo esto? Porque leyendo la agenda y mirando todos esos días que me la pasaba estudiando, me empecé a reír. Claro, cómo no me iba a enfermar viviendo así. Es tan diferente mi forma de pensar ahora, y tan sana, que me doy cuenta lo ingenua que era. La persona que soy hoy iría al viaje y lo disfrutaría al máximo y no volvería a Buenos Aires sin haber podido conocer Berlín, sabiendo lo mucho que quería conocer esa ciudad. Mucho menos por un parcialito, perdón la expresión, pero por un parcialito de mierda. Hubiese vuelto y si me iba mal en la materia que fuese no me importaría en lo más mínimo sino que agradecería que ese fuera mi problema antes que algo en serio. Me tomaría las cosas con muchísima calma, sin preocuparme tanto por completar la carrera en cuatro años y estar trabajando a los 22. Porque como dijo un profesor importante a sus alumnos un día, “algunas de las personas más inteligentes y talentosas que conozco todavía no sabían qué hacer de sus vidas a sus 40 años”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario