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Miami: The journey back home

Una vez más volví a mi casa en Estados Unidos. El reencuentro con mi habitación, llena de recuerdos me emociona. Empiezo a mirar las cosas una por una como si no las conociera y vuelvo a momentos del pasado. Me siento comoda y tranquila. Esta vez no tengo mucho tiempo para disfrutar en casa. Tuvimos el wedding rehearsal de Liza y Raffi, el casamiento y al otro día una cena. La pasé espectacular. El domingo todos los armenios invitados fuimos a comer paella a lo de Sarkis y Zovi, ya podría decirles tíos y pasé un momento inolvidable. Los hombres hablando en armenio como si fuese su idioma principal, las mujeres riendose de lo que ellos decían, una señora leyendo la borra del café. Nosotros los jóvenes en otra mesa tratando de entender al menos una palabra de lo que decían. Me sentí en familia, contenta. Sarkis, Zovi, Sarkisito, Raffi, Nadia, Diana, Dani, Alina, Any, mis tíos y mis papás son mi familia de Estados Unidos. Estoy eternamente agredecida a todos ellos por hacerme sentir tan bien durante todo el tiempo que estuve y voy a seguir estando en este país.    
Ya en Minneapolis, MN, esta vez es totalmente diferente a la anterior. Debo admitir que en el vuelo desde miami hacia acá, de pronto me abrumó un sentimiento de angustia y no puede contener las lágrimas. No lloraba de tristeza, lloraba de emoción. A pesar de que el hecho de venir a esta ciudad me trae tantos recuerdos malos, todos ellos desaparecen cuando recuerdo que acá fue donde me curé. Lloré sin parar hasta que el vuelo aterrizó y me sirvió para descargar tanta carga emocional que me lleva venir a este lugar. Cuando llegué a la clínica el martes, los recuerdos empezaron a venir. No podía creer que ya no tenía que poner Hodgkin disease en los formularios. El martes me hice el PET y la punción. Las enfermeras, al verme, no podían creer que era yo. La doctora que me hizo la punción me dijo "You look a million times better since the last time I saw you". La enfermera que me pesó y me tomó la presión me preguntó si había recuperado algo de energía a lo que le respondí : "recuperé toda mi energía". Una sensación muy fuerte fue cuando mientras me inyectaban morfina para el procedimiento, entró la persona que me salvó la vida, el Dr Claudio Brunstein. Lo primero que miró fue mi piel y se asombró de la gran  mejora que tenía. Lo vi contento de verme, y contento de lo que estaba viendo. Todos se acordaban de mí. Me hicieron la punción, la pasé lo mejor que pude y volví al hotel. Mañana tengo los resultados, la verdad que sé que van a ser muy buenos. No quiero dejar este país. Puede ser porque ahora estoy acá y vine por poco tiempo, pero es lo que siento ahora. Voy a volver a Argentina en unos días pero sabiendo que está en mí la decisión de volver o no.

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