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Había una vez...(parte 7)

El autotransplante fue duro de pasar, pero como todo, pasó. Me transplantaron el día 21 de septiembre del 2009, el día de la primavera y los enfermeros me dijeron que recuerde ese día como el día en que mi sangre volvió a nacer. Volví a casa los primeros dias de octubre, débil y cansada. En pocas semanas empezaría mi tratamiento de rayos, que supuestamente era para sellar el transplante. No dejaba de escuchar a la gente que me decía ya está ya te curaste ya pasó lo peor. Los trámites para empezar los rayos se demoraron más de lo debido. En el mientras tanto comencé a tener dolor en el cuello otra vez y a ver inflamación. Ya sabía lo que estaba pasando... el transplante no había funcionado... todo empezaba a crecer una vez más. Mi médico lo supo al instante y mandó a hacer devuelta el esquema de rayos agrandándolo a medio manto completo (desde el pecho hacia arriba). Me volvieron a tatuar (para rayos) y comencé inmediatamente. Ese tiempo fue difícil ya que rayos era algo nuevo. Ir todos los días a acostarme debajo de una maquina por 30 segundos que hacía ruido y listo... eso 24 veces... ???. Pasaban los días de rayos, las máquinas se rompían, me pasaban los días, me cambiaron del hospital español al militar, etc. Pasaban las sesiones y el bulto no bajaba. No está funcionando ... pensaba yo. Lo cierto es que a los rayos hay que darle tiempo. Primero se inflama todo y después baja. Al fin y al cabo los rayos mataron la enfermedad que tenía en el cuello. Más tarde iba a saber que lamentablemente, a pesar de eso... la enfermedad ya se había asentado en el hígado.

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